Recuerdo haber leído tres libros que presentaban características comunes: «El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde», de Robert Louis Stevenson; «El retrato de Dorian Gray», de Oscar Wilde; «Fausto», de Johann Wolfgang von Goethe. Elementos comunes que se destacan de estas obras:
- Dualidad y conflicto interno: En todas las obras, los personajes principales enfrentan una lucha interna entre dos fuerzas opuestas o aspectos de su personalidad. Ya sea el bien y el mal, la virtud y el pecado, o la ambición y la moralidad, esta dualidad es una característica prominente que afecta profundamente a los protagonistas.
- Pactos y consecuencias sobrenaturales: En cada una de estas obras, los personajes principales entran en situaciones o pactos sobrenaturales que tienen consecuencias significativas en sus vidas. En «El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde», el doctor Jekyll crea una poción para liberar su lado malvado, el señor Hyde. En «Fausto», el protagonista hace un pacto con el diablo, Mefistófeles, para obtener conocimiento y placeres terrenales. En «El retrato de Dorian Gray», Dorian Gray intercambia su alma por la eterna juventud, mientras que su retrato envejece y muestra los efectos de su vida disoluta.
- Temas morales y filosóficos: Las tres obras exploran temas profundos relacionados con la moral, la naturaleza humana y la búsqueda del significado y la identidad. Cuestionan la ambivalencia moral y las decisiones que los personajes toman, mostrando las consecuencias de sus acciones y las lecciones que aprenden.
- Estilo narrativo y ambientación gótica: Las tres obras se enmarcan en un contexto gótico y presentan una atmósfera oscura y misteriosa que contribuye a la construcción del ambiente y el desarrollo de la trama.
- Desarrollo de personajes complejos: En todas las obras, los personajes principales son retratados como seres complejos y multidimensionales. A medida que avanza la historia, se despliegan y revelan diferentes aspectos de su personalidad, lo que los hace más realistas y convincentes para el lector.
Ahora bien, esta dualidad, esta lucha interna entre el bien y el mal, la encontramos también en muchos personajes bíblicos, el Apóstol Pablo es un personaje bíblico que habla sobre la lucha entre el espíritu y la carne en varios de sus escritos. Esta dualidad y conflicto interno son temas recurrentes en sus cartas, donde expresa su propia experiencia y enseña a las comunidades cristianas sobre la naturaleza humana y la vida en el espíritu.
Un pasaje relevante que destaca esta lucha interna se encuentra en la carta del Apóstol Pablo a los Romanos, capítulo 7, versículos 15 al 25. En este pasaje, Pablo reflexiona sobre el conflicto entre lo que quiere hacer (el bien) y lo que termina haciendo (el mal). Aquí hay un extracto de dicho pasaje (Romanos 7:15-20, Nueva Versión Internacional):
«Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.«
Pablo describe su lucha interna entre su deseo de hacer el bien, guiado por el Espíritu, y su incapacidad de siempre actuar conforme a esos deseos debido a las debilidades de la carne y la presencia del pecado. Es una expresión franca de la dualidad humana y el conflicto interno que muchos creyentes enfrentan mientras intentan vivir una vida justa y alineada con sus creencias espirituales.
Además de esta carta a los Romanos, Pablo también menciona la lucha entre el espíritu y la carne en otras cartas, como en Gálatas 5:16-17, donde exhorta a los creyentes a vivir según el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne.
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¿Qué ser humano no enfrenta diariamente una lucha similar? Por supuesto, que cada uno de nosotros tiene su propia lucha. Es tan interesante auto examinarse y notar que el personaje interno “malo” no siempre es tan malo, y el personaje interno “bueno” no siempre es tan bueno. Que el malo, a veces, incluso, queriendo hacer algo malo, resulta en algo bueno, y el personaje bueno, queriendo hacer algo bueno el resultado fue malo. En fin, quizá mientras seamos hombres/mujeres sujetos al cuerpo carnal no vamos a entender esta situación que vivimos a diario. Lo peor es que gastar nuestro esfuerzo luchando contra uno de ellos, al que no queremos, sin pretenderlo lo fortalecemos, y al revés, debilitamos al que queremos que predomine por no prestarle la suficiente atención.
A este conflicto existencia no le he encontrado una solución final, lo que les puedo compartir es una estrategia, tomando en consideración que toda estrategia implica la toma de decisiones deliberadas y la identificación de los pasos necesarios para lograr un resultado deseado. En esencia, es una forma de planificar y organizar recursos (como tiempo, dinero, personal, tecnología, etc.) de manera eficiente y efectiva para alcanzar un propósito. Me interesa enfatizar esto de la estrategia, porque muchos aspectos espirituales los abordamos a menudo sólo con el corazón, dejando de lado un valioso aliado: la razón. Así que apelando a la razón, algunos aspectos clave de la estrategia incluyen:
- Objetivos claros: La estrategia se centra en establecer objetivos bien definidos y específicos que se desean alcanzar.
- Evaluación del entorno: Antes de desarrollar una estrategia, es importante analizar el entorno o contexto en el que se llevará a cabo, identificando oportunidades y amenazas que puedan afectar el resultado.
- Elección de acciones: La estrategia implica tomar decisiones sobre las acciones y enfoques que se implementarán para lograr los objetivos establecidos.
- Flexibilidad: Las estrategias deben ser adaptables y flexibles para ajustarse a los cambios y desafíos que puedan surgir en el camino.
- Coherencia: Una estrategia coherente asegura que todas las acciones y esfuerzos estén alineados hacia el logro de los objetivos.
- Asignación de recursos: La estrategia también involucra la asignación adecuada de recursos disponibles para llevar a cabo las acciones necesarias.
Naturalmente no es mi objetivo desarrollar un escrito personal sobre todo lo que ha implicado para mí y mi familia el desarrollo de una estrategia, baste con comentar que la aplicación de la misma nos ha afectado tan profundamente que ha implicado el pasarnos, como familia, a vivir de la ciudad al campo, cambio de escuela para los niños y variación en actividades laborales. La aplicación de la estrategia a afectado todos los ámbitos de la existencia personal y familiar.
Comentado lo anterior, paso a la parte de la estrategia que sí me interesa resaltar en esta ocasión. He imaginado que en mí mismo “residen” dos personajes, he tomado, metafóricamente hablando, al “bueno” para que ayude al “malo” que en un rinconcito de su corazón figurativo desea paulatinamente hacerse un hombre de Dios y dejar de lado su maldad. Para el personaje “bueno” sin duda es una tarea significativa que requiere paciencia, amor y dar apoyo constante. Les comparto la forma en que el “bueno” ha procurado apoyar al “malo” en su camino hacia una relación más cercana con Dios:
- Oración: Lo primero y más importante es orar. El “bueno” ora por el “malo”, le píde a Dios que le revele Su amor y verdad, y que guíe sus pasos hacia una relación más profunda con Él.
- Compartir la fe: El “bueno” le comparte al “malo” su propia experiencia de fe y cómo Dios ha hecho una diferencia en su vida, de una manera auténtica y abierta, acerca de sus propios desafíos y cómo la relación con Dios le ha ayudado a superarlos.
- Estudio de la Biblia: El “bueno” anima al “malo” a leer la Biblia regularmente, le ofrece recomendaciones sobre pasajes y libros que puedan ser especialmente relevantes para su situación o inquietudes.
- Acompañamiento y discipulado: El “bueno” le ofrece al “malo” acompañamiento y discipulado en su proceso de crecimiento espiritual. Dedica tiempo para estudiar la Biblia juntos, responder preguntas y proporcionar orientación.
- Invitación a la iglesia y grupos de oración: El “bueno” invita al “malo” a asistir juntos a la iglesia y a grupos de oración. Tomando en consideración que la comunidad de creyentes puede brindar un apoyo significativo y proporcionar un ambiente donde pueda aprender más acerca de Dios.
- Servicio y ministerio: El “bueno” incentiva al “malo” a involucrarse en el servicio y el ministerio dentro de la iglesia. Servir a los demás puede fortalecer su fe y sentido de propósito.
- Fomentar una vida de oración: El “bueno” anima al “malo” a desarrollar una vida de oración personal y constante. Le enseña la importancia de hablar con Dios regularmente y escuchar Su voz a través de la oración.
- Grupos de estudio y crecimiento: El “bueno” le explica al “malo” la importancia de unirse a grupos de estudio y crecimiento donde pueda compartir sus inquietudes, hacer preguntas y aprender de otros creyentes.
- Mostrar amor incondicional: El “bueno” se asegura de mostrar al “malo” amor incondicional, sin juzgarlo por su pasado o sus luchas. El amor de Dios es un pilar fundamental para su transformación.
- Ser un ejemplo: El “bueno” procura vivir su propia fe de manera coherente y ejemplar, porque la vida y comportamiento del “bueno” pueden ser un testimonio poderoso para que el “malo” vea el impacto de la fe en la vida diaria.
Un proceso de transformación del “malo” hacia ser un hombre de Dios puede llevar tiempo y esfuerzo. El “bueno” debe ser paciente y comprensivo mientras el “malo” crece en su relación con Dios. Ahora, un punto clave es que el “malo” tenga un sincero deseo de cambiar y buscar a Dios en su vida.
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Un domingo como hoy el “malo” quiere hacer lo mismo que hizo ayer: ocuparse de actividades relacionadas con atender la economía de su familia, y al final del día tomar la motocicleta, viajar hasta el río de Carrera Buena y meterse a nadar solo hasta el final del día, mientras disfruta de la naturaleza y de la lejanía con las personas. Pero un día como hoy, domingo, el “bueno” le dice al “malo” ‘hoy no vas a ir al río, hoy vas a ir a la iglesia, ¿qué pasa si dejas de congregarte? Puede significar perder el sentido de comunidad y pertenencia que proporciona una congregación o comunidad religiosa, de manera que puede afectar el apoyo social y emocional que esa comunidad religiosa puede brindarte. Además, esa comunidad te proporciona enseñanzas y oportunidades para el aprendizaje espiritual, así que al dejar de visitarlos puedes perder oportunidades de crecimiento espiritual, puesto que la reunión está vinculada con la práctica espiritual y dedicación a rituales, como la Santa Cena, el canto y la oración. En fin, el aislamiento puede llevarte a una apatía espiritual que hasta te haga cuestionar la propia fe y podrías eventualmente sentirte aislado e incomprendido y ahí sí es cierto, que otra vez, la parte mala que llevas por dentro se fortalecerá.’
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Finalmente el “malo” escucha el consejo del “bueno” y decide hoy domingo congregarse.
FIN