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Jesús es el sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

El Salmo 110 presenta una visión profética del Mesías como un rey y sacerdote eterno, investido de autoridad y poder divinos. Él ejercerá juicio sobre las naciones y derrotará a sus enemigos. Su reino será caracterizado por la voluntad del pueblo y la belleza de la santidad. Este salmo es una poderosa afirmación de la soberanía y el plan redentor de Dios a través del Mesías.

Salmos 110

Jehová da dominio al rey

1 Jehová dijo a mi Señor: «Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.»

2 Jehová enviará desde Sion el cetro de tu poder; ¡domina en medio de tus enemigos!

3 Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder; en la hermosura de la santidad, desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud.

4 Jehová juró y no se arrepentirá: «Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.»

5 El Señor está a tu diestra; quebrantará a los reyes en el día de su ira.

6 Juzgará entre las naciones, llenará de cadáveres los lugares ocultos. Quebrantará cabezas en muchas tierras.

7 Del arroyo beberá en el camino, por lo cual levantará la cabeza.

El Salmo 110 es considerado uno de los salmos mesiánicos más importantes del Antiguo Testamento. Este salmo profético es atribuido al rey David y presenta una visión del Mesías como un rey y sacerdote eterno. A continuación, se presenta un análisis del significado de este salmo:

  1. Autoridad y exaltación del Mesías: El salmo comienza con una declaración de Jehová al Mesías, quien es descrito como «mi Señor». Esto indica la autoridad y exaltación del Mesías sobre todas las cosas. El Mesías es invitado a sentarse a la diestra de Jehová, simbolizando su posición de honor y poder.
  2. La victoria sobre los enemigos: Jehová promete al Mesías que pondrá a sus enemigos como estrado de sus pies. Esta imagen representa la completa derrota y sumisión de aquellos que se oponen al reinado del Mesías. El Mesías domina en medio de sus enemigos y ejerce su poder para traer justicia y juicio.
  3. El sacerdocio eterno: El versículo 4 es una referencia clave al sacerdocio del Mesías. Se menciona el juramento de Jehová de que el Mesías será sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Esto establece al Mesías como un sumo sacerdote eterno, en contraste con el sacerdocio levítico que tenía limitaciones temporales.
  4. La voluntad del pueblo y la belleza de la santidad: El versículo 3 destaca la respuesta voluntaria del pueblo al Mesías en el día de su poder. El pueblo se ofrece a él de manera espontánea y reconoce su autoridad. Además, se menciona la hermosura de la santidad, resaltando la pureza y la santidad del Mesías y su reino.
  5. Juicio y victoria sobre las naciones: Los versículos 5 y 6 hablan del juicio del Mesías sobre las naciones y su victoria sobre los reyes. Él juzgará entre las naciones y ejercerá su autoridad sobre ellas. Se menciona la derrota de los enemigos y la destrucción de aquellos que se oponen al reinado del Mesías.
  6. Fortaleza y bendición del Mesías: El salmo concluye con una imagen del Mesías bebiendo del arroyo en el camino y levantando su cabeza. Esto simboliza su fortaleza y su victoria final. A través de su reinado, el Mesías traerá bendición y liberación a su pueblo.

¿Quién es Melquisedec?

Melquisedec es mencionado en el libro del Génesis y en el Salmo 110, así como en el libro de Hebreos en el Nuevo Testamento. En el contexto bíblico, Melquisedec es un personaje misterioso y enigmático.

En Génesis 14:18-20, se relata cómo Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abram (más tarde conocido como Abraham) después de su victoria en la batalla. Abram le entregó una décima parte de todo el botín como ofrenda.

Luego, en el Salmo 110:4, se hace referencia a un juramento divino sobre un sacerdote eterno según el orden de Melquisedec. Este pasaje sugiere que el Mesías, identificado en el Nuevo Testamento como Jesucristo, será un sacerdote de manera similar a Melquisedec y no según el sacerdocio levítico.

El libro de Hebreos profundiza en el tema de Melquisedec y su relación con Jesucristo. Se presenta a Melquisedec como un tipo o figura profética de Cristo. El autor de Hebreos explica que Melquisedec fue un sacerdote sin genealogía registrada, sin inicio ni fin, lo cual lo hace un tipo de sacerdote eterno. Además, el hecho de que Abraham, el patriarca y padre de la nación de Israel, rindiera tributo a Melquisedec resalta su superioridad y preeminencia sobre los levitas y el sacerdocio levítico.

El autor de Hebreos establece que Jesucristo es el sumo sacerdote en el orden de Melquisedec, un sacerdocio superior al levítico. Jesús es presentado como el cumplimiento y la perfección de lo prefigurado por Melquisedec, quien es mencionado en Génesis. Jesús, como sacerdote eterno, no tiene necesidad de ofrecer sacrificios repetidamente, sino que ofreció un sacrificio perfecto de una vez por todas para la expiación de los pecados.

A propósito de complementar lo anterior, tal como se ha expresado, además del Salmo 110,  Melquisedec también  es mencionado en el libro de Hebreos en dos pasajes específicos: Hebreos 5:6-10 y Hebreos 7:1-28. Estos capítulos exploran en detalle la figura de Melquisedec y su relación con Jesucristo como sumo sacerdote. En Hebreos 5:6-10, se establece la conexión entre Jesús y Melquisedec, mientras que en Hebreos 7 se profundiza en el tema del sacerdocio de Melquisedec y cómo Jesús es el sumo sacerdote en ese mismo orden.

Hebreos 5:6-10 en la versión Reina Valera 1960 dice:

«6: Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.

7: Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

8: Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;

9: y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;

10: y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.»

En este pasaje, se establece la relación entre Jesucristo y Melquisedec. Se menciona que Jesús es sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec, y se resalta la obediencia y el sufrimiento de Jesús durante su vida terrenal. Se enfatiza que Jesús, habiendo sido perfeccionado, se convirtió en el autor de la salvación eterna para aquellos que le obedecen. Además, se destaca que Jesús fue declarado por Dios como sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

 

Hebreos 7 en la versión Reina Valera 1960 dice:

 

«1: Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo,

2: a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz;

3: sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.

4: Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín.

5: Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham.

6: Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas.

7: Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor.

8: Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive.

9: Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos;

10: porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.

11: Si, pues, perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad había aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?

12: Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley;

13: y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar;

14: porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.

15: Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto,

16: no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.

17: Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.

18: Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia

19: (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.

20: Y esto no fue hecho sin juramento; porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes;

21: pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec;

22: por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.

23: Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar;

24: mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable;

25: por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

26: Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos;

27: que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

28: Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.»

 

En este capítulo, se profundiza en la figura de Melquisedec y su sacerdocio. Se resalta suposición única y superior al ser rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo. Se menciona que Abraham le dio los diezmos y se explica el significado de su nombre, que significa «Rey de justicia» y «Rey de Salem» o «Rey de paz».

Luego, se compara el sacerdocio de Melquisedec con el sacerdocio levítico, señalando que Melquisedec recibió los diezmos de Abraham, incluso de Leví, el ancestro de los sacerdotes levitas. Esto demuestra la superioridad de Melquisedec sobre los sacerdotes levitas.

Se destaca que Jesús es un sacerdote según el orden de Melquisedec y no según el orden de Aarón, lo cual implica un cambio en el sacerdocio y también en la ley. Jesús, siendo de la tribu de Judá, se convierte en el sumo sacerdote supremo y eterno.

El pasaje resalta la superioridad del sacerdocio de Jesús sobre el sacerdocio levítico, ya que Jesús es santo, sin pecado y ofrece sacrificio de sí mismo una vez y para siempre. Su sacerdocio es eterno y tiene el poder de salvar a todos los que se acercan a Dios a través de él.

En resumen, Hebreos 7 muestra cómo Jesús es el sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, estableciendo su superioridad sobre el sacerdocio levítico y demostrando que él es el mediador perfecto y eterno entre Dios y la humanidad.

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¿Se requiere de ordenanzas sacerdotales hoy como las del tipo Aaron y Melquisedec?

Hay quienes mantienen que ciertas tradiciones y ordenanzas sacerdotales siguen siendo relevantes en la actualidad. Algunos grupos religiosos, como la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Ortodoxa, mantienen un sistema sacerdotal jerárquico y realizan rituales sacramentales como parte de su culto y ministerio. Estas tradiciones encuentran bases teológicas en su interpretación de las Escrituras y en su comprensión de la continuidad del sacerdocio desde el Antiguo Testamento hasta el presente.

Por otra parte, algunos argumentan que, en la era del Nuevo Testamento, con la llegada de Jesucristo y su sacrificio en la cruz, se produjo un cambio en el sistema de sacerdocio. Según esta perspectiva, Jesucristo es el sumo sacerdote supremo y final, y su sacrificio en la cruz fue suficiente y completo para la salvación de la humanidad. En este sentido, ya no se requieren las ordenanzas sacerdotales del Antiguo Testamento, como los rituales del templo, los sacrificios de animales y las ordenanzas específicas para los sacerdotes levitas.

En conclusión, desde mi perspectiva, a pesar de la existencia de grupos religiosos en la actualidad que realizan ordenanzas sacerdotales como las del tipo Aarónico y Melquisedec, considero que existe suficiente coherencia bíblica para determinar que no son necesarias en la actualidad. Esto se debe a que, con la llegada de Jesucristo y su sacrificio en la cruz, se produjo un cambio fundamental en el sistema de sacerdocio. Jesús se convirtió en el sumo sacerdote perfecto y eterno, y su sacrificio único y suficiente eliminó la necesidad de futuros sacrificios y sacerdotes terrenales. A través de Jesucristo, todos los creyentes tienen acceso directo a Dios, sin la mediación de un sacerdocio terrenal. La fe en Cristo y la comunión con Él son los pilares centrales de nuestra relación con Dios en la actualidad, y no dependemos de ordenanzas sacerdotales para nuestra salvación y comunión con Él.

Hoy cada creyente es un sacerdote

En el Nuevo Testamento se considera que cada cristiano es parte de un sacerdocio espiritual. En 1 Pedro 2:9 se dice: «Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable«. Esta declaración sugiere que los creyentes en Jesucristo son considerados un sacerdocio y tienen el privilegio de acercarse a Dios y ministrar en su nombre. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta idea de sacerdocio se entiende en un sentido espiritual y no implica la realización de los rituales y funciones específicas asociadas con los sacerdotes en el Antiguo Testamento.

Por tanto, como sacerdotes, tenemos acceso a Dios. Simón Pedro afirma que somos miembros de un sacerdocio real, somos hijos del rey. ¡Qué cosa más maravillosa es esta! Pertenezco a Cristo, tenemos acceso a Dios, podemos entrar al lugar santísimo. Más adelante en esta misma carta de Pedro, podemos leer que los ojos del Señor están sobre los justos y él escucha sus oraciones. De una forma u otra, debemos esparcir la palabra de Dios y se espera que, como creyentes, participemos en algún ministerio.

Además, se menciona que somos una nación santa. Israel nunca llegó a ser una nación santa en su conducta, y lo mismo puede decirse de la iglesia. La iglesia nunca ha sido santa en su conducta. Las faltas y fracasos de Israel son algo muy evidente, y el fracaso de la iglesia también es espantoso. Sin embargo, cuando se habla de nuestra relación con Dios, se nos dice que él ha llegado a ser nuestra justicia; Cristo es nuestra justicia. Es decir, si tenemos una posición delante de Dios, no es algo que se encuentre en nosotros mismos, por nuestro propio mérito, sino que está en Cristo. Podemos estar completos en él. Es maravilloso ser miembros de una nueva y santa nación.

También se menciona que somos un pueblo adquirido por Dios. Esto es de suma importancia. Somos un pueblo adquirido y le pertenecemos a Dios. La obra de Cristo es una obra de redención. Él derramó su sangre, y ahora él tiene un pueblo para sí mismo. En su oración sacerdotal en el Evangelio según Juan, capítulo 17, versículos 11 a 19, Jesús dijo: «11 Y ya no estoy en el mundo; mas estos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. 12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. 13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.” Dios llama a los suyos, no importa a qué raza pertenezcan, hemos sido llamados a ser parte de un sacerdocio real que tiene acceso a Dios. Tú perteneces a una nueva nación y a esa gran compañía de creyentes de todas las naciones del mundo. ¡Felices somos la nación cuyo Dios es el Señor! (Salmo 33:12) Somos su pueblo y las ovejas de su redil. Él nos santificó con su sangre.

 

FIN