En el contexto de la Biblia, un profeta es una persona elegida y llamada por Dios para comunicar Su voluntad y revelación al pueblo. Los profetas actúan como intermediarios entre Dios y la humanidad, transmitiendo mensajes divinos, pronunciando juicios, advirtiendo sobre el pecado y llamando al arrepentimiento.
El término «profeta» proviene del griego «prophetes», que significa «portavoz» o «mensajero». Los profetas no solo hablaban en nombre de Dios, sino que también recibían visiones, sueños y revelaciones directas de Él. Su propósito principal era restaurar la relación del pueblo con Dios y recordarles sus promesas y mandamientos.
Los profetas de la Biblia desempeñaron diferentes roles y tuvieron diversas funciones. Algunos profetizaron sobre eventos futuros y predijeron la venida del Mesías, mientras que otros confrontaron al pueblo por su idolatría y falta de obediencia. Es importante destacar que los profetas no solo hablaban de eventos futuros, sino que también se preocupaban por la justicia social, la adoración verdadera y la obediencia a Dios. Sus mensajes a menudo eran desafiantes y confrontacionales, ya que buscaban llamar la atención del pueblo y provocar una respuesta de arrepentimiento y cambio.
A continuación se muestra una lista de algunos profetas bíblicos junto con su año aproximado de nacimiento, el evento principal que profetizaron y un ejemplo de texto bíblico relacionado. Es importante tener en cuenta que las fechas exactas de nacimiento y los eventos profetizados pueden variar según las interpretaciones y estimaciones. Esta lista no está necesariamente completa, pero abarca a algunos de los profetas más destacados en la Biblia:
Profeta | Año aproximado de nacimiento | Evento principal profetizado | Texto bíblico |
Moisés | 1392 a.C. | Liberación de Israel de la esclavitud en Egipto | Éxodo 3:10-12 |
Samuel | 1105 a.C. | Establecimiento de la monarquía en Israel | 1 Samuel 16:1-13 |
Elías | 900 a.C. | Confrontación con los profetas de Baal | 1 Reyes 18:20-40 |
Eliseo | 849 a.C. | Realización de milagros y sucesión profética | 2 Reyes 2:9-15 |
Isaías | 740 a.C. | Predicciones sobre el Mesías | Isaías 9:6-7 |
Jeremías | 626 a.C. | Destrucción de Jerusalén y el exilio babilónico | Jeremías 25:8-11 |
Ezequiel | 622 a.C. | Exilio y restauración de Israel | Ezequiel 37:21-23 |
Daniel | 620 a.C. | Sueños y visiones del futuro | Daniel 7:13-14 |
Oseas | 780 a.C. | Juicio y restauración de Israel | Oseas 2:14-23 |
Joel | 835 a.C. | Derramamiento del Espíritu Santo | Joel 2:28-32 |
Amós | 760 a.C. | Juicio de las naciones y llamado al arrepentimiento | Amós 5:24 |
La lista anterior proporciona una visión general de algunos de los profetas más prominentes y los eventos principales que profetizaron.
La Biblia menciona también a varias mujeres que ejercieron el don de profecía. A continuación, se presentan algunas de ellas:
- Miriam: La hermana de Moisés y Aarón, es descrita como profetisa en Éxodo 15:20, cuando lideró a las mujeres en una celebración y alabanza después de la liberación de Israel de Egipto.
- Débora: Se menciona en el libro de Jueces como una jueza y profetisa que guió al pueblo de Israel en tiempos de opresión. También fue conocida por su sabiduría y liderazgo militar.
- Hulda: Aparece en el libro de 2 Reyes 22 y 2 Crónicas 34 como una profetisa a quien el rey Josías consultó para confirmar la autenticidad de un libro de la ley encontrado en el templo.
- Ana: Se encuentra en el libro de 1 Samuel, donde es descrita como una mujer piadosa que sirvió en el templo. Ella profetizó y alabó a Dios cuando presentó a su hijo Samuel al sacerdote Elí.
- Profetisas en el Nuevo Testamento: En el Nuevo Testamento, se mencionan varias mujeres que ejercieron el don de profecía en la iglesia primitiva, como las hijas de Felipe (Hechos 21:9) y Priscila, quien junto con su esposo Aquila, instruyó a Apolos en el camino de Dios (Hechos 18:26).
Estas son solo algunas de las mujeres profetisas mencionadas en la Biblia, pero hay otras ocasiones en las que se indica que mujeres profetizaron o recibieron revelación de Dios. Aunque su número es menor en comparación con los profetas masculinos, su presencia y contribución en el ministerio profético es significativa y muestra que Dios usa tanto a hombres como a mujeres para comunicar su mensaje y guiar a su pueblo.
Personalidad del profeta
Según la Biblia, los profetas tenían una variedad de personalidades y características individuales. No hay una «personalidad promedio» que se pueda atribuir a todos los profetas, ya que cada uno era único en su forma de ser y de comunicarse con Dios y con el pueblo.
Sin embargo, hay algunos rasgos y características que se observan comúnmente en muchos profetas bíblicos:
- Fidelidad a Dios: Los profetas tenían una profunda devoción y fidelidad a Dios. Buscaban cumplir Su voluntad y obedecer Sus mandamientos.
- Pasión por la verdad y la justicia: Los profetas eran apasionados por la verdad y la justicia. Confrontaban el pecado y la injusticia, llamando al arrepentimiento y a la obediencia a Dios. No tenían miedo de denunciar las malas prácticas y las falsas enseñanzas.
- Sensibilidad espiritual: Los profetas tenían una profunda conexión y sensibilidad espiritual. Podían recibir visiones, sueños y revelaciones directas de Dios. Estaban atentos a la voz de Dios y buscaban entender Sus propósitos y planes.
- Valentía y determinación: Los profetas a menudo enfrentaban oposición y rechazo por parte del pueblo y de las autoridades. Sin embargo, demostraban valentía y determinación al proclamar el mensaje de Dios, incluso en situaciones difíciles y peligrosas.
- Compasión y preocupación por el pueblo: Aunque los profetas reprendían al pueblo por su pecado, también tenían compasión y preocupación por ellos. Deseaban ver la restauración y la reconciliación entre Dios y Su pueblo, y buscaban guiarlos hacia la bendición y la vida abundante.
- Humildad y obediencia: Los profetas reconocían su propia limitación y dependencia de Dios. A menudo expresaban humildad y reconocimiento de su papel como siervos de Dios. Estaban dispuestos a obedecer y seguir las instrucciones de Dios, incluso cuando eran difíciles o contraculturales.
Estas características y rasgos son generales y no se aplican a todos los profetas de manera idéntica. Cada profeta tenía su propia personalidad, fortalezas y debilidades, pero compartían un llamado común de parte de Dios para comunicar Su mensaje al mundo.
Rechazo del llamado a ser profeta
En la Biblia, encontramos el ejemplo de Jonás como un profeta que inicialmente rechazó el llamado de Dios. La historia de Jonás se relata en el libro de Jonás en el Antiguo Testamento.
Dios le ordenó a Jonás que fuera a la ciudad de Nínive y proclamara un mensaje de advertencia sobre su inminente destrucción debido a su maldad. Sin embargo, en lugar de obedecer, Jonás decidió huir en dirección opuesta y abordó un barco en un intento de escapar de la presencia de Dios.
Jonás fue arrojado al mar durante una tormenta y fue tragado por un gran pez. Durante su tiempo en el vientre del pez, Jonás se dio cuenta de su error y clamó a Dios. Después de tres días y tres noches, el pez lo vomitó en tierra firme.
Jonás finalmente obedeció el llamado de Dios y fue a Nínive para proclamar el mensaje de Dios. El pueblo de Nínive se arrepintió de sus pecados, y Dios mostró misericordia y no destruyó la ciudad.
El ejemplo de Jonás ilustra que, aunque un profeta puede inicialmente resistir o rechazar el llamado de Dios, Dios puede intervenir y redirigir su camino para cumplir Su propósito. Aunque Jonás experimentó las consecuencias de su desobediencia, también fue testigo de la gracia y el poder de Dios cuando finalmente cumplió con su misión profética.
Ningún profeta es aceptado en su propio pueblo
La frase «Ningún profeta es aceptado en su propio pueblo» se encuentra en el Evangelio de Lucas en el Nuevo Testamento de la Biblia. Esta declaración de Jesús implica que a menudo los profetas enfrentan rechazo y resistencia en su propio lugar de origen. De hecho, él mismo, aunque es reconocido como el mayor de todos los profetas y también como el Mesías. Aunque nació y creció en Nazaret, su propia ciudad, cuando comenzó su ministerio, fue rechazado y despreciado por muchos de sus compatriotas. En Lucas 4:24, Jesús cita esta frase y señala que ningún profeta es aceptado en su propia tierra. Otro ejemplo nos lo suministra Jeremías, un profeta del Antiguo Testamento que vivió en Judá durante un período de gran apostasía y corrupción. Aunque Jeremías fue llamado por Dios para advertir al pueblo de sus pecados y de la inminente destrucción de Jerusalén, fue rechazado y perseguido por su propio pueblo. En Jeremías 11:21-23, se muestra cómo los habitantes de Anatot, su ciudad natal, tramaban su muerte debido a su mensaje profético.
Estos son solo dos ejemplos destacados en los que se cumplió la frase de Jesús sobre la falta de aceptación de los profetas en su propio pueblo. Sin embargo, a lo largo de la historia bíblica, se pueden encontrar otros casos similares en los que los profetas enfrentaron resistencia y rechazo en sus lugares de origen.
Aislamiento del profeta
En muchos casos, los profetas bíblicos experimentaron algún grado de aislamiento debido a la naturaleza de su llamado y mensaje. Aquí hay algunas razones por las cuales los profetas pueden haber experimentado aislamiento:
Mensaje contracultural: Los profetas a menudo proclamaban un mensaje que iba en contra de la corriente de la sociedad en la que vivían. Esto podía generar resistencia y rechazo por parte de sus contemporáneos, ya que los profetas confrontaban el pecado, denunciaban la idolatría y llamaban al arrepentimiento. Su mensaje impopular y desafiante podía llevar al aislamiento y al ostracismo social.
Persecución y oposición: Los profetas a menudo enfrentaban persecución y oposición por parte de líderes religiosos y políticos, así como del pueblo en general. Sus mensajes incómodos y su llamado a la justicia podían amenazar el statu quo y desafiar el poder establecido. Esto podía llevar a que los profetas fueran excluidos y aislados de la sociedad.
Soledad en el cumplimiento del llamado: Los profetas a menudo llevaban una carga pesada al ser los portadores del mensaje divino. Podían sentirse solos y aislados en su misión, ya que se enfrentaban a la incredulidad y a la falta de apoyo de aquellos a quienes se les enviaba. Incluso en momentos en los que Dios les hablaba directamente, podían experimentar una sensación de soledad en su papel como mensajeros.
A pesar de estas experiencias de aislamiento, es importante destacar que los profetas también encontraron consuelo y compañerismo en su relación con Dios. A menudo, Dios les proporcionaba fortaleza, guía y consuelo en medio de su aislamiento, recordándoles que no estaban solos.
Elección de un profeta
Según la Biblia, la elección de los profetas es un acto soberano de Dios. Dios elige y llama a las personas específicas para que sean Sus profetas, y esta elección no depende necesariamente de las características o habilidades previas del individuo. La Biblia muestra que Dios elige a quienes Él quiere como profetas, incluso cuando parecen poco probables o inadecuados desde una perspectiva humana.
Algunas veces, Dios elige a personas que ya tienen ciertas características o habilidades que los preparan para su papel como profetas. Por ejemplo, Moisés tenía habilidades de liderazgo y conocimiento de la corte egipcia, lo que le resultó útil cuando fue llamado por Dios para liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto (Éxodo 3). Sin embargo, en otros casos, Dios elige a personas que aparentemente no tienen las cualidades obvias para ser profetas. Por ejemplo, Jeremías se consideraba joven e inexperto, pero Dios lo llamó a ser profeta desde el vientre de su madre (Jeremías 1:4-8).
La elección de Dios para ser profeta también puede incluir la capacitación y el llamado específico para cumplir con el rol profético. Dios equipa a los profetas con el Espíritu Santo y les da las palabras y revelaciones necesarias para cumplir con su misión (Jeremías 1:9, Ezequiel 2:2).
En resumen, la elección de los profetas en la Biblia es un acto soberano de Dios. Aunque en algunos casos Dios puede elegir a personas que ya tienen ciertas características o habilidades, en otros casos elige a personas que parecen inadecuadas desde una perspectiva humana. La elección y capacitación de Dios son fundamentales en la llamada de una persona a ser profeta, y es Dios quien les equipa con lo necesario para cumplir con su misión profética.
Profetas en tiempos posbíblicos.
La cuestión de si ha habido profetas después del cierre del canon bíblico es un tema de debate entre diferentes corrientes teológicas y religiosas. Algunas tradiciones religiosas sostienen que sí ha habido profetas después del libro de Revelación o Apocalipsis, mientras que otras creen que los profetas cesaron después de la finalización del canon bíblico.
Es importante tener en cuenta que la respuesta a esta pregunta puede variar según las creencias y perspectivas individuales. Algunas tradiciones religiosas, como el judaísmo y algunas ramas del cristianismo, sostienen que no ha habido profetas después del cierre del canon bíblico. Consideran que los profetas bíblicos fueron únicos y que la revelación completa de Dios se encuentra en las Escrituras.
Sin embargo, existen otras tradiciones religiosas y movimientos dentro del cristianismo que afirman la existencia de profetas y profecías contemporáneas. Estos grupos creen que Dios continúa hablando y revelando Su voluntad a través de profetas en la actualidad.
Es importante tener discernimiento y evaluar cuidadosamente las afirmaciones de profecías y profetas, basándose en los principios y enseñanzas bíblicas. La Biblia misma advierte sobre la necesidad de discernir los espíritus y someter las profecías a prueba (1 Tesalonicenses 5:20-21).
Discernir los espíritus y someter las profecías a prueba es un proceso importante para evaluar la autenticidad y validez de las afirmaciones proféticas en tiempos modernos. Aquí hay algunas pautas generales que pueden ayudar en este proceso:
- Comparación con la Palabra de Dios: La primera y más fundamental forma de discernimiento es comparar cualquier afirmación profética con la enseñanza clara de la Palabra de Dios, la Biblia. Las profecías genuinas no contradicen ni van en contra de la revelación bíblica. La Biblia es nuestra máxima autoridad para evaluar cualquier afirmación profética.
- Examen del fruto: Jesús enseñó que se puede evaluar a los profetas por sus frutos (Mateo 7:15-20). Observa las acciones, el carácter y el impacto de aquellos que presentan profecías. ¿Sus vidas están en línea con los principios y valores bíblicos? ¿Sus enseñanzas y acciones conducen a la edificación y el crecimiento espiritual?
- Sabiduría y consejo: Busca la sabiduría y el consejo de personas maduras y de confianza en la fe. Puede ser útil discutir las profecías con líderes espirituales, mentores o consejeros para obtener diferentes perspectivas y discernimiento.
- Oración y búsqueda de dirección divina: Busca la guía y dirección de Dios a través de la oración. Pide discernimiento y sabiduría para comprender si una profecía es verdadera o falsa. El Espíritu Santo puede iluminar y confirmar la verdad en nuestras vidas.
- Cumplimiento y verificación: En algunos casos, las profecías pueden tener un cumplimiento tangible y verificable en la vida o en eventos históricos. Examina si las afirmaciones proféticas se han cumplido de manera coherente y precisa.
Estas pautas no son exhaustivas y es importante tener una actitud de discernimiento continuo. La Biblia nos llama a probar todas las cosas y retener lo bueno (1 Tesalonicenses 5:21). La búsqueda de discernimiento y sabiduría es un proceso que requiere humildad, oración y una relación íntima con Dios.
IMPORTANTE: PROBAR A LOS ESPÍRITUS
La Biblia proporciona algunas pautas importantes para discernir si un espíritu proviene de Dios o si es un espíritu engañador. Así que, ¿cómo hacer si un espíritu quiere hablar con nosotros pretendiendo que viene de parte de Dios? Aquí hay algunas directrices basadas en la enseñanza bíblica:
- Examen de la enseñanza: La doctrina y el mensaje que un espíritu trae deben estar en armonía con la Palabra de Dios. En 1 Juan 4:1-3, se nos dice que debemos probar los espíritus para ver si confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Todo espíritu que no reconozca a Jesús como el Hijo de Dios encarnado no es de Dios.
- Fruto del Espíritu: El fruto del Espíritu, como se menciona en Gálatas 5:22-23, incluye amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Un espíritu que produce fruto contrario a estas cualidades no puede ser de Dios.
- Discernimiento por medio del Espíritu Santo: El Espíritu Santo nos guía y capacita para discernir los espíritus. Jesús prometió enviar al Espíritu Santo para guiarnos en toda verdad (Juan 16:13). A través de una relación íntima con Dios y la dependencia del Espíritu Santo, podemos discernir la autenticidad de los espíritus.
- Confesión de Jesucristo: En 1 Juan 4:2-3, se enfatiza que todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne es de Dios. La confesión de la encarnación de Jesús es crucial para distinguir los espíritus de Dios de los falsos.
- Evaluación del testimonio y acuerdo con la Palabra de Dios: Cualquier espíritu o mensaje que contradiga las enseñanzas fundamentales de la Palabra de Dios, como la soberanía de Dios, la redención a través de Jesucristo y la salvación por la gracia, debe ser rechazado.
Nota: Coloqué en MAYÚSCULA el subtítulo porque este tema es sumamente importante. Si un espíritu pretende hablar con usted como si viene de Dios, lo primero, solicite que realice el punto 4 supra citado; ningún demonio va a repetir que reconoce que Jesucristo ha venido en carne.
Es importante recordar que el discernimiento de los espíritus requiere una relación íntima con Dios, el estudio y conocimiento de Su Palabra, y la dependencia del Espíritu Santo. La oración, la sabiduría y el consejo de personas maduras en la fe también pueden ser útiles en este proceso de discernimiento.
FIN